Mussolini —también conocido como el Duce— pasó de ser el número 3 en el escalafón del Partido Socialista Italiano y dirigir su rotativo Avanti!, a promover el fascismo dentro de Italia. Durante su mandato estableció un régimen cuyas características fueron el nacionalismo, el militarismo y la lucha contra el liberalismo y contra el comunismo, combinadas con la estricta censura y la propaganda estatal. Mussolini se convirtió en un estrecho aliado del canciller alemán Adolf Hitler líder del Nazismo, sobre quien había influido. Bajo su gobierno, Italia entró en la Segunda Guerra Mundial en junio de 1940, como aliado de Alemania Nazi. Tres años después, los aliados invadieron el Reino de Italia y ocuparon la mayor parte del sur del país. En abril de 1945, trató de escapar a Suiza, pero fue capturado y fusilado, cerca del lago de Como por partisanos comunistas. Su cuerpo fue llevado a Milán donde fue ultrajado.
Atentados contra Mussolini
Ya el día de la «Marcha sobre Roma», Mussolini arriesgó su vida: en Milán un camisa negra tropezó y apretó por error el gatillo de su fusil: la bala rozó su oreja. Tras ser nombrado presidente del consejo, Mussolini fue objeto de una serie de atentados.El primero fue ideado el 4 de noviembre de 1925 por el diputado socialista y adherente a la masonería Tito Zaniboni, quien se colocó con un fusil en la ventana de una habitación del hotel Dragoni, frente al balcón del palacio Chigi donde estaba previsto que Mussolini se presentara con motivo del aniversario de la victoria. Algunos hombres del OVRA llegaron antes y arrestaron a Zaniboni.
La mañana del 7 de abril de 1926 Mussolini salió del palacio del Campidoglio, donde inauguró un congreso sobre cirugía; Violet Gibson, una mujer irlandesa de 50 años, le disparó con su pistola. Mussolini quedó con heridas no graves en la nariz. Atendido con un vistoso parche, se permitió comentar: «Las balas pasan, pero Mussolini permanece».
El tercer atentado fue obra de Gino Lucetti, un joven anarquista de Carrara que combatió con los Arditi y que luego, agredido por los fascistas, emigró a Marsella. El 11 de septiembre de 1926 esperaba que Mussolini saliera de su habitación y le arrojó una bomba de mano que golpeó el techo de su coche cayendo luego a tierra y explotando: ocho personas quedaron heridas. En el interrogatorio posterior, confesó que quería vengar las masacres cometidas por los camisas negras en Turín en diciembre de 1922.
El cuarto atentado es el más misterioso. La tarde del 31 de octubre de 1926 en Bolonia, Mussolini inauguró el nuevo estadio il Littoriale en el ámbito de la conmemoración de la marcha sobre Roma; mientras se dirige —con el coche descapotable— a la estación, una bala le pasa por encima del zapato. El coche prosigue y los camisas negras se abalanzan sobre el agresor y lo linchan: el cadáver muestra 14 puñaladas, un balazo de revólver y huellas de estrangulamiento. Era Anteo Zamboni, un joven de quince años de familia anarquista. Según algunas reconstrucciones recientes, el atentado era el resultado de una conspiración madurada dentro de los propios ambientes fascistas de Emilia-Romagna (sospechosos fueron Farinacci, Balbo, Arpinati y Federzoni), que eran contrarios a la «normalización» inaugurada por Mussolini, quien desde su ascenso al poder supremo era hostil a continuar con los excesos revolucionarios y las violencias de las formaciones de camisas negras.
El atentado de Bolonia fue el pretexto para las leyes fascistísimas de noviembre de 1931: anulación de los pasaportes, sanciones contra los emigrantes clandestinos, supresión de los periódicos antifascistas, disolución de los partidos opositores, institución de la «cárcel domiciliaria», creación de una policía secreta (que fue confiada a Arturo Bocchini y tomará el nombre de OVRA), declaración de decadencia del mandato parlamentario contra 120 diputados, institución de la pena de muerte para quien cometa un atentado contra la vida, la integridad o la libertad personal del rey, de la reina, del príncipe heredero y del presidente del consejo, institución del Tribunal especial, que entra inmediatamente en acción contra la «central comunista» (formada por Gramsci, Terracini y otros).
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